domingo, 12 de agosto de 2012


LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA Y FRENTE AL CAPITALISMO


Pablo VI en su Octogesima Adveniens, donde, tras rechazar el marxismo, sigue diciendo: "Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social”. 
Los valedores del "capitalismo católico", definen el capitalismo como aquel sistema de organización económica basado en la propiedad privada, incluso de los bienes de producción; que utiliza el mecanismo de los precios como el instrumento óptimo para la eficiente asignación de los recursos; y en el que todas las personas, libremente, pueden decidir las actividades que deben emprender, asumiendo el riesgo del fracaso a cambio de la expectativa de poder disfrutar del beneficio si éste se produce. 
Partiendo de tal definición, para demostrar -siempre según ellos- que Juan Pablo II es favorable al capitalismo, echan mano de un párrafo de la encíclica Centesimus Annus (CA), en el que el Papa afirma: " Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa» «economía de mercado», o simplemente de «economía libre» ". 

Lo que no dicen es que, a continuación, el Santo Padre aclara: " Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa”. Por esta razón, advierte el Vicario de Cristo, " se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico, entendido como método que asegura el predominio absoluto del capital, la posesión de los medios de producción y la tierra, respecto a la libre subjetividad del trabajo del hombre. 
Así, el mismo Juan Pablo II, en la Solicitudo Rei Socialis (SRS), reconoce que actualmente " en Occidente existe, en efecto, un sistema inspirado históricamente en el capitalismo liberal "; y afirma que " se puede hablar hoy día, como en tiempos de la Rerum novarum, de una explotación inhumana "; y que " a pesar de los grandes cambios acaecidos en las sociedades más avanzadas, las carencias humanas del capitalismo, con el consiguiente dominio de las cosas sobre los hombres, están lejos de haber desaparecido; es más, para los pobres, a la falta de bienes materiales se ha añadido la del saber y de conocimientos, que les impide salir del estado de humillante dependencia ". Por todo ello -entre otras razones- " la doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica ante el capitalismo liberal ". Más claro imposible. 
Por otra parte, no hay más que comparar lo que los abanderados del "capitalismo católico" entienden por propiedad privada y mercado libre, con el sentido que la Iglesia atribuye a esas mismas palabras, para darse cuenta de que, si bien coinciden los términos, los significados son diametralmente opuestos. 
En lo referente al mercado es claro el distanciamiento del Magisterio con respecto a las teorías liberales. Según la Centesimus Annus " existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas ". 
"Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar asegurada por los simples mecanismos de mercado”. 


Para la Iglesia Católica " la propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para un trabajo útil; pero resulta ilegítima cuando no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su compresión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral. 

Este tipo de propiedad no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres " (CA). Es por ello que el principio cristiano del derecho a la propiedad, como bien explica la Laborem Exercens (LE), " se diferencia del programa del capitalismo, practicado por el liberalismo y por los sistemas políticos que se refieren a él, en el modo de entender el derecho mismo de propiedad. 







1 comentario:

  1. Muy buena reseña es muy interesante como la iglesia ve el capitalismo

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